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Por eso serán como la niebla de la mañana,
como el rocío de madrugada, que temprano desaparece,
como la paja que se lleva el viento,
como el humo que sale por la chimenea.

Dice el Señor:
«Yo, el Señor, soy tu Dios
desde que estabas en Egipto:
No reconozcas como Dios a nadie sino a mí,
pues sólo yo soy tu salvador.
Yo te cuidé en las tierras ardientes del desierto.

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